Publicado en artículo 66 de Nicaragua el día 26 de Junio de 2018 |
El silencio de los gobiernos de Centroamérica y también
de la ciudadanía que somos todos nosotros debe denunciar y condenar la actual
coyuntura de Nicaragua: represión a estudiantes universitarios, torturas y
desapariciones forzadas por grupos armados. Es una barbarie que no se condene a
nivel internacional lo que sucede en Nicaragua que al fin y al cabo la
responsabilidad moral de alzar la voz es de los Centroamericanos especialmente
de los jóvenes ya que somos el presente y futuro de esta sociedad.
En el siglo 21 se han conocido muchas ideas
“progresistas” en el campo cultural, social, económico, clínico pero todo
indica que en el campo político nos hemos quedado estáticos porque estas
represiones gubernamentales no se veían desde la década de 1980 en
Centroamérica. Es indignante ver cómo las madres lloran a sus hijos, cómo los
estudiantes universitarios no pueden seguir preparándose para su futuro porque
la actual situación se los impide. Es de reconocer que la participación de
diálogo y mediación que ha tenido la Conferencia Episcopal y muchísimos
sacerdotes y también monjas en toda Nicaragua ha sido plausible.
Con la participación del nuevo Nuncio Apostólico en
Nicaragua Monseñor Stanislaw se espera que la mesa de diálogo sea mucho más
fluida, dinámica y que se avance hacia lo que realmente se quiere, que es una
democratización en Nicaragua para poder así terminar con una incertidumbre que
ya ha dejado muchos muertos, mucho dolor y un vacío dentro de la sociedad que
es muy difícil poder reparar. Hay mucha confianza depositada en el Nuncio
Apostólico Stanislaw, siendo el un representante diplomático de la Santa Sede
puede colaborar en la mesa de diálogo y todo lo que se pretenda lograr.
Los Obispos de Nicaragua han sido muy relevantes para que
la comunidad internacional pueda enterarse de las ilegalidades que se están
cometiendo en contra del pueblo de Nicaragua, Monseñor Silvio Báez ha sido
clave en denunciar estas injusticias. Centroamérica debe luchar por la
consecución de sociedades que procuren el diálogo, la paz, que podamos retornar
al mismo ánimo que motivaron los Acuerdos de Esquipulas I y II, Acuerdos de San
José y Chapultepec en la década de 1980 y 1992.
La negativa del gobierno de Ortega de dejar ingresar a la
Corte Interamericana de Derechos Humanos y al Alto Comisionado de Derechos
Humanos de Naciones Unidas sólo agrava más la situación, es bastante necesario
que una contraloría internacional pueda emitir comunicados oficiales de la situación
que en Nicaragua se vive. La Alianza Cívica que Nicaragua ha conformado en
donde se congregan estudiantes, empresarios y sociedad civil ha enviado una
carta formal al Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas
solicitando su presencia, esto es vital, ya que la situación interna de
Nicaragua lo deben resolver los ciudadanos Nicaragüenses.
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