Cada vez que voy a una librería y/o biblioteca siempre suelo ver el mismo tipo de persona y si son niños, suelen ser muy inquietos, con un tono de voz agudo, de mediana estatura, en el caso de jóvenes y adultos van por dos razones: trabajo y placer. Sé de diplomáticos acreditados en El Salvador que gozan visitar la biblioteca nacional, además de estar en buenas manos bajo la dirección del poeta Manlio Argueta.
Ni con los eBooks y todo lo que le sigue se ha podido extinguir esa peculiaridad de poder oler un libro plastificado que se sabe que es nuevo, las librerías en vez de disminuir su mercado al parecer va en aumento lo cual me alegra mucho. Leer aparte de lograr oxigenar las neuronas permite conocer un nuevo mundo, desarrolla nuestras capacidades para poder resolver determinada situación, desde luego ya es conocido que nos hace más "cultos" en determinado tópico.
Hace muchos años que visité Honduras por primera vez, ví con un gran asombro cafes que a la vez eran librerías y en un centro comercial se llamaba "cafebrerías". He de confesar que quedé atónito pues jamás había visto un negocio tan innovador y provechoso para todo tipo de público, se siente tan agradable ir a un cafe, leer y escribir (otros prefieren dedicar ese tiempo para dibujar o sólo para la lectura). Soy de los que piensan que leer, es una vocación que viene adquirida desde nuestro nacimiento pues muchos que son brillantes no les gusta ni si quiera entrar a una librería porque le tienen pavor a tanta letra.
Es tan delicioso poder despertar con un cafe, un buen desayuno y comenzar leyendo el periódico cuasicompleto y la parte que más ayuda al coeficiente- desde mi punto de vista- es la sección editorial dado que es ahí donde se anidan una jungla de ideas, perspectivas y estándares de puntos de vista de la realidad nacional e internacional, posterior a ello, poder darle seguimiento a cualquier libro que tengamos pendiente, leerlo poco a poco sin devorarlo rápidamente pues los libros son como cuando se obsequia un buen chocolate, no somos tan avorazados de comerlo en el instante.
Hace como dos días visitaba una librería que tiene muy nutrida la sección de novelas, cocina y cuentos de niños y se dió un suceso que no pasa en estos días: una niña probablemente de unos 7 años lloraba por un libro (infantil claro está) la mamá se negó desde un inicio a comprárselo pues la mamá la condicionó que se lo compraría cuando la niña le demostrara que leía 15 minutos diarios. Cualquiera puede decir: "Está en lo correcto" otros: "Qué mamá tan malvada". No obstante hay una salvedad aquí: ¿Qué niño hoy pide a gritos un libro? ¿Hacemos una encuesta?.
Las sociedades hoy están inmersas en una desinformación exacerbada, críticas vacías, sátiras literarias que hacen ver mal a terceros ¡incultos! ¡Enemigos del saber y conocimiento!. Yo he de decir, en el colegio y hoy ya de grande, he evadido el género de las novelas pues soy más amigo de los libros que hablen de personajes históricos y/o historia misma. Un buen amigo, colega columnista también me ha obsequiado un libro que voy poco a poco saboreando el contenido que lleva ese libro, titulado: liberadores de consciencia (recomendado) trata de la vida de Lincoln, Mandela, Ghandi y Luther King ¡Historia pura!
En este fin de semana celebrando mi cumpleaños 27, fui a una noche de jazz y que aparte de ser cafe, era venta de libros pero también, prestan libros para leer se imaginarán que no dudé ni dos veces para esculcar sobre qué temas habían libros, logré ver los siguientes: Geografía de New York, New Jersey, Pennsylvania, El Diario de Anna Frank, El arte de la guerra, China y su historia, entre otros.
Auguro que aquellos ávidos de información, de historia y cultura se multipliquen, ese olor de un libro nuevo es incomparable acompañado de una buena música (jazz puede ser) cafe y una excelente compañía hace que leer sea una aventura, leer es apasionante y una actividad que jamás aburre.