viernes, 7 de diciembre de 2018

¿Dónde terminan mis derechos y comienzan los del otro?


Me dirigía yo un día de esta semana a una reunión con una amiga parlamentaria para conversar de historia nacional, en San Salvador, me disponía a entrar cuando se me denegó la entrada desde un inicio debido a una manifestación de los veteranos de guerra- una de tantas usualmente- la seguridad del palacio legislativo no dejaba entrar ni salir a nadie lo cual incomodó a muchos como yo que no teníamos nada que ver con el motivo de la protesta, muchos que iban a hacer trámites legales a la Corte Suprema de Justicia y/o Procuraduría General de la República-quedan cerca del Congreso- acciones que es de manifestar un desacuerdo.

Si, existe la libre protesta, todos tenemos derecho a la libre protesta pues somos repúblicas en las que funciona el Estado de Derecho, la democracia, las libertades y siempre habrán grupos de choque, sindicatos y asociaciones que hagan la contraparte de los gobiernos, siempre. Guatemala y el resto de toda Centroamérica no somos ajenos a estas situaciones, según he escuchado en medios radiales guatemaltecos, CODECA ocasionalmente realiza bloqueos de calle y complica muchísimo el tráfico vehicular.

Muchos años antes, contaban que las universidades nacionales (o estatales) eran las que organizaban protestas de choque, protestas que cerraban calles o se tomaban las instalaciones de la universidad, ahora los grupos de choque cierran sin previo aviso las principales avenidas de las ciudades y complican a muchos todo con la excusa de querer exigir sus derechos.

Hay algo que se debe reflexionar: ¿Adonde terminan mis derechos y comienzan los de mi prójimo? ¿Acaso realizando una protesta en la que se complica a los otros es una forma correcta de exigir los derechos? ¿Socavando los derechos de los otros?
Es una discusión muy compleja pero los sindicatos y todas las organizaciones que pretenden exigir sus derechos deben entender que los derechos se exigen por vías pacíficas, hay formas por normas y de educación en las cuales se puede exigir el cumplimiento de derechos, eso sí, los derechos van paralelamente con los deberes y parte de los deberes es el respeto al prójimo.

Ya hace algún tiempo, mientras yo traía material sobre la prevención del VIH en el Ministerio de Salud en San Salvador, el sindicato de trabajadores de salud se tomaron la calle, quedé encerrado en el Ministerio casi dos horas ¿Se logró algo? ¡Nada! Sólo el disgusto de la gran mayoría, de ribete la funcionaria que buscaban no se encontraba en las instalaciones del Ministerio, lo recuerdo bien.

Amigos ciudadanos: establezcamos y sepamos nuestros límites cuando queramos exigir nuestros derechos, seamos precursores de algo bien ordenado y organizado sin transgredir el libre espacio de los demás porque así no estaremos tan condenados al subdesarrollo cívico. Avancemos y procuremos otras formas de la libre protesta y formalizada.

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