Desde Abril del año corriente todos los Congresos en
Centroamérica tenían la obligación moral de señalar lo que estaba sucediendo en
Nicaragua que eran protestas pacíficas de estudiantes universitarios y sociedad
civil para exigir una renuncia del presidente Ortega por el tema de la
financiación de las pensiones del Seguro Social en Nicaragua.
Como parte de una neutral diplomacia parlamentaria y en
ánimos de ser un país (El Salvador) contundente y consistente en lograr una
integración Centroamericana era de esperarse una condena unánime frente a la
coyuntura que se vive de una violación a los derechos civiles y políticos,
mismos que Nicaragua ha suscrito en convenciones internacionales en años
anteriores. La diplomacia parlamentaria no sólo se tienen en las recepciones
diplomáticas como debe saberse sino que frente a estas malas prácticas
gubernamentales que ya creíamos superadas en el siglo pasado.
En la Asamblea Legislativa de El Salvador era cuasi
obligatorio que se tuviera una declaración de los 84 diputados exigiendo un
diálogo transparente en Nicaragua, un cese al fuego y que se permita tener
mayor actividad política a la Comitiva de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos dirigida por Paulo Abrao.
A fines de Junio el Parlamento Centroamericano (PARLACEN)
emitió un comunicado muy breve y conciso en el cual se condena lo que ha
sucedido: un respaldo absoluto al sostenimiento del diálogo nacional liderado
por la Conferencia Episcopal y también un respeto a los derechos humanos de la
población. Los ciudadanos Centroamericanos todos, funcionarios públicos y los
que no lo somos estamos a prueba, de poder condenar públicamente lo que está
sucediendo que como repito, ya creíamos superado en las últimas décadas del
siglo pasado.
Tenemos que entender que se ha venido trabajando en un
proceso de integración Centroamericana y que los parlamentos de Centroamérica
son actores muy importantes para poder vincular a los ciudadanos con este
proceso. Por nuestra vocación de los Acuerdos de Chapultepec en 1992 que se logró
el inicio de la construcción de la paz social debemos ponernos en primera fila
alzando la voz desde la Asamblea Legislativa de El Salvador para abogar por los
derechos humanos de todos los civiles de Nicaragua, los Obispos que han sido
agredidos por grupos paramilitares y la liberación de presos políticos por la
libre protesta.
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